Envejecimiento activo: garantía de bienestar personal y de inclusión social
Presentado por
Gonzalo Berzosa Zaballos
Autores
-
Gonzalo Berzosa Zaballos
(Escuela de Familias y Discapacidad de FUNDACIÓN MAPFRE)
Resumen
Uno de los cambios significativos de las personas con síndrome de Down es el aumento de su esperanza de vida gracias a los avances en la salud, en su incorporación a la educación, al mundo laboral y sobre todo, a los nuevos modelos de vida independiente que desarrollan. Vivir muchos años, envejecer, va a suponer además hacerlo en una sociedad de cambios acelerados e inesperados, que les afectarán directamente y repercutirán en el modelo familiar en el que tradicionalmente han vivido.
Saber adaptarse a los cambios es garantía de bienestar pero tiene que ir acompañada de modelos alternativos que respondan a las demandas que el envejecimiento conlleva en sus variables físicas, psíquicas y sociales. Sin embargo carecemos de modelos de persona mayor con síndrome de Down viviendo en centros apropiados, en pisos tutelados o en sus propias casas compartiendo convivencia con familiares y amigos. Esto exige preparar programas que respondan a las necesidades de la edad adulta, para que el envejecimiento no conlleve la disminución de la vida independiente ya conquistada.
Ante esta realidad, las expectativas de las familias y de las propias personas con síndrome de Down que envejecen coinciden con las que tiene la población en general:
a.- el deseo de envejecer en la propia casa y en el entorno que se ha vivido:
b.- la incertidumbre sobre de qué voy a vivir y quién me atenderá si no pudo desempeñar las actividades de mi vida diaria;
c.- cuándo y cómo hay que prepararse a esta nueva etapa del proceso vital.
Pero todo esto no se podrá llevar a la práctica si las familias no incorporan en la vida cotidiana de sus hijos los cambios asociados al envejecimiento, analizándolos desde las posibilidades de seguir capacitándose y no desde las pérdidas asociadas a la edad